La Mama Tungurahua y el salto al vacío

En viaje por América Latina, el autor nos cuenta en clave de realismo mágico sobre un pueblo donde la gente suele saltar de los puentes mientras la furia de un volcán cuestiona sus decisiones.
Jose Carlos M. | desdeelestribo.blogspot.com | 10-2-2010 a las 20:51 | 161 lecturas
www.kaosenlared.net/noticia/mama-tungurahua-salto-al-vacio
Casi cien metros en vertical separaban las pálidas y frías rocas salpicadas sobre el río Pastaza de la diminuta plataforma desde donde Viviana Selibre estaba lista para tirarse al vacío. Juan Novuela la miraba a tan solo tres metros de donde estaba situado su pequeño cuerpo, sin poder hacer nada, inmóvil, amarrado por esa convicción de no interferir en su libertad de decisión y parado firmemente sobre la solidez de la calzada del puente.
Ella lo miro, se despidió dándose un beso en sus propios dedos que luego, con un ademán, simulo arrojar hacia el. Después, dio un paso adelante, sonrió a la vida y extendiendo sus alas al viento, se abrazo al vacío.
Los ojos de Juan Novuela registraban imagenes que su conciencia no podía asimilar, la veía caer a gran velocidad, sus largos cabellos de sol flotaban cual gaviota sobrevolando el mar y el, congelado, pero sabiendo que este viaje emprendido, mas tarde que temprano, los tenia que enfrentar a esta situación.
Su incapacidad de entender el infructuoso salto al vacío, la limitación que no le permitía seguirla en su camino y la película que grababan sus ojos mostrándola caer sin contemplación, constituían el marco de su realidad en ese instante infinito. Los relojes mentirán, como lo hacen siempre, y dirán que ese momento duro un segundo, tres quizás, pero tal como estaba previsto y con total naturalidad, Juan Novuela emprendió una larga  caminata hacia el volcán. Llego hasta el refugio, movió las piedras que cubrían el acceso y fue envuelto en ese allí por un violento estruendo, un enorme cañonazo provoco el tremor de la tierra, el día se volvió noche y el cielo solo quedo iluminado por el material incandescente que era arrojado desde el lugar mas alto del pueblo. Juan Novuela avanzo unos pasos ingresando al interior de la montaña, habia dejado atras el puente, el abismo y ella en caída libre, para encontrarse parado en el interior del volcán, que desplegaba todo su arte escénico.
Habían llegado unos días antes a este pueblo de la región central de Ecuador, rodeado de montañas con viva vegetación que lo mantienen totalmente aislado sin ruta alguna por donde acceder o por donde escapar. Allí se veían decenas de viajeros que se paseaban por sus calles, algunos venían a cumplir el ritual dramático del salto desde el puente, y casi todos, en algún momento de su estadía, iban a ser cuestionados por la furia del volcán que había vuelto al pueblo luego de casi cien años de soledad.

No muy lejos del caserío, a unos pocos kilómetros desde la iglesia donde se encuentra la imagen de la milagrosa Virgen de Baños de Agua Santa, uno puede encontrarse con el Pailón del Diablo, un salto de agua que es escupido violentamente por un rostro infernal tallado desde siempre sobre un peñón. Entre el agua santa de la virgen y esa cascada del diablo, los ancianos del pueblo dicen que se dirime el futuro de todos los que pasan por allí.
Juan Novuela había quedado envuelto por la locura de la Mama Tungurahua, tal como bautizaron al volcán los indígenas del lugar desde antes que los españoles llegaran a estas tierras, y comenzó a comunicarse con las entrañas de la mole de piedra, plagada de "verdades milenarias", producto de ser el único vericueto que permitía la entrada y salida de las personas al pueblo desde la época en que el Inca Atahualpa paso por el lugar.
La Tungurahua rompió el hielo emitiendo un rugido lleno de piedras y fuego, a través del cual le cuestiono no haber cumplido junto a su compañera el "sagrado mandato" de la maternidad antes de su demencial salto al vacío. Por un momento, ante tal demostración de convicción, Juan Novuela se sintió apenado, pero después, sabiendo que los poderosos siempre intentan imponer como verdad sus pequeñas conveniencias y con un innato reflejo de autodefensa, le propuso revisar en su experiencia de ente devorador que traga y devuelve personas que motivos encontraba para cumplir con esa ley jamas escrita.
El volcán paso revista sobre toda la gente que había circulado por su purgatorio y quedo expuesta una linea divisoria fundamental. Había un antes y un después desde el avance de la ciencia humana que permitió el control de la natalidad. Todas las personas que habían pasado por allí antes de tal descubrimiento simplemente cumplieron  la ley ancestral en forma natural, sin tomar decisión alguna dado que no había nada para decidir. Los hijos aparecían como consecuencia propia de la vida misma.
Descartando entonces a toda la gente que había pasado por allí en esas épocas, se abrió otra gran linea divisoria entre el resto de la gente que quedaba. En este caso, la divisoria era una cuestión socio-económica, mientras muchos tenían la posibilidad de decidir si cumplían la ley de la maternidad o no la cumplían, otros tantos directamente no tenían la chance de decidir, debido a que con ingresos menores a 2 dolares diarios no estaban en condiciones de acceder a los avances de la ciencia en esta materia  y por lo tanto, sus hijos volvían a aparecer otra vez como consecuencia propia de la vida misma.
Se veía entonces claramente que durante mas del noventa y nueve por ciento de la linea de tiempo de la historia de la humanidad, las personas no habían decidido tener o no tener hijos y que, luego, con el avance de la ciencia y hasta el día de hoy, mas de la mitad de la población mundial sigue sin poder decidir sobre el tema debido a que sus magros ingresos los excluye de tal decisión (y los excluye también de todo lo demás). Quedaban entonces solo aquellos que si tenían esa posibilidad, por lo que avanzaron sobre los argumentos mas habituales que este selecto grupo, la “creme de la creme” de la raza humana, esgrimía para concebir a sus hijos.
-Te cuidan de viejo-, se escucho desde lejos. A Juan Novuela se le dibujo una sonrisa en la cara, le causaba gracia que alguien pudiera con premeditacion y alevosía criar un niño para que al final de la vida se haga cargo de su degradación.
-Te divertís comprándoles chiches y jugando con ellos, volvés a ser un niño-. Ante esta idea, Juan Novuela no entendía que corazón mezquino necesitaba un niño propio para compartir su tiempo jugando con ellos. Por que no hacerlo con todo niño que se cruce en tu camino? pensó.
-Pero si es tuyo, es mejor, no es lo mismo un hijo de tu sangre que uno que no lo es- le susurraban dulcemente. A Juan Novuela le iba quedando claro que estos argumentos venían de personas con una exacerbada tendencia egocéntrica, que no podían ni siquiera celebrar la nueva vida si no había algo de su propio "yo" de por medio.
-A los hijos de los demás, si se portan mal, no les podes dar un cachetazo-. Juan Novuela se quedo callado, no pudo hacer ningún comentario.
-Para satisfacer el instinto maternal- se sintió en voz baja, de parte de una frágil ama de casa que no había escuchado nunca conceptos feministas como los de "la servidumbre a la especie".
-Para formar una familia bien constituida- dijo un patriarca, que no le habían informado que Friedrich Engels dejo al descubierto hace mas de 100 años los lazos perversos entre la familia, la propiedad privada y el estado.
-Al menos uno hay que tener, es lo mejor de la vida, hay que vivir esa maravillosa experiencia- Veía mas y mas de lo mismo, gente buscando hijos para "consumo personal". Primero van tras su titulo universitario, luego tras un buen trabajo, mas tarde un par de hijitos, porque no tambien una linda casa con pileta y de postre unas vacaciones placenteras todos los años, si es en el exterior mejor.
Un argumento de un gordito llamado Jorge le llamo la atención: -Es como vivir en primera persona todas las obras de Shakespeare-. Este concepto le pareció bastante profundo, bien elaborado, pero no pudo dejar de sentir tristeza al pensar que la gente solo tiene hijos buscando su autosatisfaccion emocional.
También aparecieron algunas madres que hablaban de como les había costado que les dieran un niño en adopción como su dios mandaba, es decir, recién nacido, sanito y blanquito, y defendían a capa y espada "su derecho" a ser madres, sin importar si eran niños comprados, apropiados o robados en Haiti.
Por ultimo, una brisa caliente proveniente de los mas profundo del volcán, de un sector que no se ve, que es casi invisible, trajo un articulo del diario El Comercio de Quito fechado en octubre del 2004.
El viejo trozo de periódico hablaba de una niña llamada Magali, de 12 años, “oriunda del cantón Santa Isabel, provincia del Azuay, que se quito la vida ingiriendo insecticida. Dejo una nota en la cual pedía que no se culpe a nadie, que ella se quitaba la vida por propia voluntad y porque no aceptaba que sus padres estén trabajando en el extranjero. Magali es una mas de los miles de niños que sufrieron las consecuencias de la emigración”. Esta emigración es producto de las recurrentes crisis económicas en América Latina y de las promesas de un futuro mejor que llegan desde los países centrales. El articulo también  mencionaba que, solo en Ecuador, se calcula que 150.000 niños fueron dejados atrás en el año 2000 por padres que tuvieron que emigrar tras la crisis que desemboco en la dolarización de la economía.
Juan Novuela se acordó de un día de playa que pasaron en Olón, pegado a Montañita  (Ecuador), con niños de entre 5 y 11 años que viven en un hogar-orfanato de ese pueblo. Una de las nenas les había contado que hacia 3 años que estaba allí porque sus padres "se habían ido de viaje".
Le entrego en mano el trozo de papel a la Mama Tungurahua y le dijo: -no se trata de argumentar desde el punto de vista egocéntrico del "yo madre" o "yo padre", porque asi solo saldran a la luz razones surgidas de mirarse continuamente el ombligo. Me parece que el "sagrado mandato" se trata de que la ley si escrita sobre los derechos que tienen todos los niños se cumpla. Eso es lo que realmente importa y eso es lo que no debemos olvidar durante nuestro paso por la vida-. Juan Novuela salio del volcán y comenzó su camino de regreso al lugar donde Viviana Selibre se encontraba en caida libre.
Después de un rato de meditacion y calma, la Mama Tungurahua lanzo explosiones de lava y arrojo piedras a todo su alrededor, destruyendo algunas construcciones, matando animales y quemando la vegetación. Columnas de humo y ceniza cubrieron el pueblo durante unos momentos, pero luego, poco a poco, el cielo se fue abriendo, la noche dio lugar al día y el silencio volvió a ocupar los espacios. Juan Novuela se encontraba nuevamente en el puente.
Cruzo el pavimento corriendo, llego al otro lado, miro hacia abajo y allí apareció Viviana Selibre en el tramo final de su salto, gritando con felicidad plena. Tenia puesto un arnés, enganchado por un par de mosquetones a las cuerdas dobles que a su vez la sujetaban sin mucho esfuerzo de la estructura del puente. Su practica del "puenting" había sido exitosa, mientras que Juan Novuela había logrado mantenerse en pie bajo la presión de la Mama Tungurahua. Ahora, solo restaba que se encuentren nuevamente, que se dieran un abrazo, un beso, y que dejaran atrás el pueblo con destino a la Amazonia ecuatoriana.