Hijas de Simone de Beauvoir viven actualmente en Saraguro

Durante su recorrido por América Latina, el autor nos cuenta sobre la autonomía conquistada por las mujeres de un pequeño pueblo en el sur de Ecuador.
Miguel E.E. | desdeelestribo.blogspot.com | 14-1-2010 a las 1:13 | 472 lecturas
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Según dicen, la etnia de los Saraguros es originaria del lago Titicaca y no de Ecuador donde residen actualmente. La historia cuenta que fueron trasladados por las elites incaicas durante el siglo XV siguiendo la política de los “mitimaes”, por el cual pueblos enteros eran obligados a mudarse desde un lugar geográfico a otro con el fin de cumplir los objetivos de colonización y control de la población que establecía el imperio Inca.
En pleno Siglo XXI, en el pueblo de Saraguro, sus habitantes aun mantienen muchas de sus costumbres ancestrales, ya sea en la vestimenta, en los cultivos y en las festividades, pero hay una actividad que sobresale entre las demás y que intenta romper con cierta tradición propia y con una doble discriminación que sus participantes han recibido durante siglos. Esa doble discriminación se debe al hecho de que las involucradas en el emprendimiento son indígenas y también son mujeres.
“Mama Cuchara” es el nombre del lugar y es la piedra angular de la Asociación de Mujeres del pueblo. El local podría pasar desapercibido dado que es un simple restaurante en un pequeño pueblo de la sierra donde se sirven platos típicos, pero lo valioso, además de la exquisita comida, es ver como las mujeres se han agrupado en una cooperativa con el fin de lograr su emancipación económica y no quedar bajo la órbita de los hombres de Saraguro. Allí realizan sus reuniones semanales a fin de establecer sus objetivos y necesidades.
Estas mujeres son en su mayoría de origen campesino y tienen un grado de instrucción básico, pero a pesar de ello, han comprendido con firmeza de que se trata la independencia económica, mejor aun que una gran cantidad de mujeres de las ciudades, que incluso con grado y pos-grado universitario, continúan aun hoy cegadas sin poder notar que en muchos casos solo escaparon del control de su padre primero y de su pareja después, pero aun siguen siendo mansas ante el control de sus patrones o jefes, que paradojicamente, en la mayoría de los casos son hombres.
Lo interesante de “Mama Cuchara” es que va mas alla del pobre objetivo de independencia económica pequeñoburgues para intentar ser un espacio cooperativo, horizontal y con un fin social, donde las ganancias son reinvertidas para financiar otros proyectos económicos que permiten seguir independizando a las mujeres del pueblo.
Seguramente ellas no han oído hablar nunca de Simone de Beauvoir, pero pudieron encontrar la forma de  emanciparse, aprovechando que no fueron cegadas por las pautas educativas de las clases dominantes, que producen en serie, desde las escuelas y universidades, mujeres (y hombres)  convencidas de que es mas importante un titulo de grado y la obediencia al patrón que su propia autonomía. A estas hordas de egresados les hacen dedicar años enteros a recibir la educación que el mercado laboral necesita sentados placidamente en un pupitre pero no les enseñan en absoluto como encontrar la propia independencia personal y menos aun la independencia de la clase social a la que pertenecen mayoritariamente. Todas las instituciones educativas siempre  “olvidan” como instruirlos en ese aspecto porque necesitan esconder el ”gran secreto” reservado solo para “unos pocos" que, estado burgués mediante, diseñan la educación que recibirá el pueblo acorde a sus necesidades. En Saraguro, en cambio, las mujeres lograron entender que es mas importante tener una caña de pescar y saber utilizarla, que recibir pescado a cambio de obediencia.
La celebre frase de Simone de Beauvoir que dice “la autonomía comienza con el monedero”, hace mención a que tener un sueldo puede ser el comienzo de la autonomía económica para una mujer subordinada a su padre o pareja, pero justamente se trata solo del comienzo, dado que no puede interpretarse como una autonomía realmente alcanzada ya que en definitiva se trata simplemente de un cambio de “amo”, donde el empleador pasa a cumplir el rol que antes ejercían otros, nada mas que en horarios pre-establecidos y con unas vacaciones de 15 días al año. La verdadera autonomía, claro esta, se logra conquistando y poniendo los medios de producción bajo control de aquellos que los trabajan, y no ya como un objetivo personal y burgués como se menciono antes, sino con un fin social, para que esa autonomía sea para todos y no de unos pocos.
Estas mujeres de Saraguro, desde su humildad, brindan un gran ejemplo. En las ciudades, las mujeres podrán emularlas participando en los sindicatos de su lugar de trabajo, luchando por tomar el control de las empresas, asociándose en cooperativas de producción o de servicios (incluso con hombres, no tiene nada de malo si se cultiva la horizontalidad en lugar de la obediencia), pero eso si, no deberían continuar acatando mansamente a sus jefes a cambio de unos billetes para sus monederos, así no estarán realmente emancipadas.
La cabal conciencia de la clase social y el genero al que pertenecen la obtendrán cuando consideren como totalmente anormal la obediencia y sujección a un jefe o patrón y todos sus impulsos estén orientados a la lucha por terminar con esa situación en pos de lograr su autonomía.